LA ODISEA DEL 26
Sábado 8:45am y llega a la parada el 26.
—Hola, buen día, hasta Primera Junta.—digo con esa sonrisita de boludo que pongo cuando estoy drogado.—Gracias!
—De nada, pibe!
El mar de asientos vacíos se abre paso frente a mí, y por un segundo flasheo que soy Moisés. El Moisés del 26. Me
siento en un asiento individual, contra la ventanilla, y sintiendo cómo toda la paja y el cansancio de la gira se
deposita en mis piernas, recuerdo los 40 años que el Moisés original tuvo que caminar por el desierto. O las cuatro
cuadras y media que tengo que caminar desde Primera Junta hasta mi casa.
El 26 dobla por Rivadavia y el sol me baña entero. Dejo que ese calorcito glorioso de café que te llega hasta lo más
profundo del alma cague a palos a la paja y al cansancio de la gira. Mi sonrisa se eleva al cuadrado y empiezo a
tomar conciencia de todos los momentos mágicos que fui recolectando a lo largo de la noche. Sonrisas genuinas,
taxistas copados, la complicidad del patova que me dejó el faso. Audios de Whatsapp, un viejo de 50 intentando
chamuyarme, un meo de esos que duran como un minuto y medio y son re placenteros. Un beso repentino, otro travieso y
húmedo y uno último sonriente. El saludo alegre del chofer del 26. El sol en mi cara.
—Y que el 26 no doble cuando llegue a Primera Junta, que siga derecho y me deje a una cuadrita de casa.—susurro con
esa carita de satisfacción que pongo cuando estoy drogado y se me ocurre una buena idea.—Debería escribir un cuento
sobre un 26 mágico y subirlo a instagram.
Semáforo en rojo y el canto de un gorrión me hace mirar por la ventanilla. Lo admiro, marrón y chiquito, posado
sobre uno de esos carteles que se ponen en las esquinas, esos que te dicen las alturas de las calles, y es ahí
cuando la veo. A la flecha. A la flecha del cartel, que lee «Rivadavia ➡».
—Osea que... Osea que el bondi va a seguir derecho por Rivadavia y no va a doblar en Primera Junta. Y me va a dejar
a una cuadra de casa.—digo perplejo mientras un escalofrío me recorre el cuerpo, mis ojos platos. Ya está, todo
confirmado, todo cierto, apuesto a todo. Al pan pan, al vino vino, sobre las cartas la mesa y el bondi siguiendo
derecho.
Vuelvo a mirar por la ventanilla, atento a otras señales del destino. Cruzo el parque Rivadavia y veo la entrada al
subte A. El subte A, que sigue derecho por Rivadavia y no dobla en Primera Junta. Analizo las chances de que mi
deseo se haga realidad. Analizo las chances de ser simplemente un pelotudo.
Pasan unas cuadras más sin señales y empiezo a notar la adrenalina trepando ansiosa por mi cuerpo, cuando el bondi
se detiene y deja subir a un hombre. Un hombre... Extrañamente parecido a Isaac Newton. Isaac Newton, cuya primera
ley nos dice que si un objeto en movimiento deja de recibir fuerzas, sigue en línea recta a velocidad constante. En
línea recta por Rivadavia, sin doblar en Primera Junta.
Suelto una carcajada mientras dejo que la locura haga nido en mi cerebro, el latido de mi corazón estallando en mi
pecho. Isaac me mira. Moisés me envidia, ya en su tumba. El chofer del bondi se da la vuelta y nos murmura que
tengamos cuidadito, un destello pícaro en sus ojos. El piso vibra cada vez más fuerte, junto al ruido del motor. Leo
el mundo de Musimundo desvanecerse en un instante por la ventana, personas sin rostro pero con estelas. El pitido
del viento colándose a través del vidrio se vuelve cada vez más agudo. El Francés y el Galicia son manchas azul y
naranja que duran un pestañeo, y en otro el bondi comienza a elevarse. De a poquito va dejando el suelo, y el pitido
del viento se convierte gradualmente en una melodía de violín. Una de esas hermosas que te llenan el alma de armonía
y te transportan a otro mundo. Una de esas.
Dejamos Primera Junta atrás y abajo. Y... No dobló. El bondi. No. Dobló. No puedo creerlo, me vuelvo loco.
Isaac clava sus ojos en los míos y comienza a caminar hacia mí, meneando lentamente las caderas de forma sugestiva.
Y con cada paso se transforma, de una forma un tanto grotesca, en Sol Pérez. Y es que no tengo bien en claro cómo es
Sol Pérez, pero ayer en el boliche vi a una chica y pensé «uh, esta piba es igual a Sol Pérez», y era esa chica, sin
dudas.
—Hola precioso, venís seguido por acá?—me susurra al oído con un tono tan sensual que hubiera ruborizado hasta al
mismísimo sol.
—Emm... En el 26 es la primera vez en realidad, generalmente dobla en Primera Junta, sabías?
—En serio bombonazo? Wuachi wuaw sabés un montón de cosas, sos re inteligente, vení chapame.
Cierro los ojos y mi boca se embarca en un mar que la moja y la muerde y la come y la engulle y todo mi cuerpo se
sume de a poco en el beso. Y una vez consumido entero, su lengua se convierte en colchón, su paladar en frazada,
abro los ojos y estoy en mi cama.
@GILPEROPIOLA